
A comienzos de la década de los 70 se contabilizaban en el territorio nacional casi 550 silos de distintos tipos y en los 80 la red superaba los 850.Esta red de almacenamiento de cereal era propiedad del Ministerio de Agricultura y estaba gestionada por el Servicio Nacional de Productos Agrarios (SENPA), un organismo autónomo que se creó en 1971, para aglutinar las competencias de dos organismos anteriores: el Servicio Nacional del Trigo, creado por Franco en 1937 cuando el Estado se quedó con el monopolio de compra de este cereal, y el Servicio Nacional de Cereales, que le sucedió en 1968. Los agricultores tenían que entregar, cada verano, su cosecha a los almacenes de este organismo al precio fijado por el Gobierno.
El Senpa tenía como misión controlar la producción y distribución de los productos agrícolas y, sobre todo, regular los precios. Pero, cuando en 1986 España entró en la Unión Europa el mercado del trigo se liberalizó y el Senpa quedó supeditado al Fondo Europeo de Orientación y Garantía Agrícola (Feoga) y a las directrices de la política agraria europea, a través del Fondo Español de Garantía Agraria (Fega).

A día de hoy, el único silo operativo es el de Minaya, pues está integrado en lo que se denomina Red Básica de Almacenamiento y, por tanto, la Consejería de Agricultura está obligada a mantener su uso como silo de cereales, para utilizarlo como almacén en caso de que la administración tuviese que intervenir comprando mercancía para impedir la bajada de los precios en el mercado. «Ahora está vacío -explicaba el delegado de Agricultura, Manuel Miranda- pero no hace tanto que se ha usado, en los años 2004 y 2005 sirvió para almacenar arroz cuando se tuvo que intervenir en este mercado». El silo de Minaya es el más grande de la provincia y uno de los más grandes de España, con capacidad para 25 millones de kilos de mercancía, un tercio de todo el cereal que se podría almacenar en la red provincial.«La Política Agraria Común cada vez da menos relevancia a la intervención de los mercados y apuesta por otros mecanismos, como pueden ser los barbechos, la retirada de tierras, para controlar los precios», argumentaba el delegado a la hora de explicar el porqué los silos se han convertido en unas instalaciones casi inútiles.
Cesión a los municipios. El resto de los silos, almacenes y graneros, -y en la provincia hay construcciones de este tipo en 25 localidades-, hace tiempo que ya no se usan para este fin. Muchos están cerrados y algunos tienen un uso que dista mucho de aquel para el que fue concebido. En algunos pueblos, como Casas Ibáñez, Madrigueras o Higueruela, sirven de sede a las oficinas comarcales agraria.El delegado de Agricultura explicó que los planes de su departamento pasan por «formalizar» la cesión de uso que en su día hizo el Ministerio de Agricultura a algunos ayuntamientos de estas instalaciones. En el resto de los casos, se ofrecerán estas dependencias a las localidades para que decidan qué quieren hacer con ellas.